Podría huir y nadie me echaría en falta.

Me habían sacado de mi entorno conocido. Dos veces seguidas en cosa de días. Estaba descolocado, agobiado porque no entendía nada. Solo la fiel presencia de Keeper me mantenía algo anclado a la realidad porque sino escaparía de nuevo. Algo me decía que probablemente aquí podría encontrar respuestas sobre mi origen. Aquellos hombres que habían venido a buscarme al reformatorio ya no estaban. Me habían dejado allí. Que esperara, que alguien vendría a buscarme.

La puerta abierta era toda una invitación a la huída. Correr dos kilometros, a la izquierda en el primer cruce y estaría de nuevo en dirección al anonimato de las calles de Nueva York. Pero algo me anclaba los pies al suelo de marmol. Algo que era incapaz de identificar. Keerper frotó su cabeza contra mi mano y me agaché a su lado. Dejando en el suelo la mochila en la que cabía toda mi vida.

-Nos iremos de aquí, tarde o temprano.- y volveríamos a ser libres.

Al final me pudo la inquietud y eché a correr hacia la puerta. Alguien interrumpió mi carrera sujetandome por la mochila y haciendome girar de manera ridícula. Un adulto que sonreía. Malo. Me revolví haciendo que me soltara y me puse automáticamente a la defensiva. Los peores siempre eran los que sonreían. Los que sonreían eran los que me metían en reformatorios:

- Si claro, llego tarde a una clase.- miré a Keeper, que normalmente se mostraba muy amenazante con la gente que se me acercaba demasiado. Pero esta vez... la muy... se mantuvo sentada, observando al adulto.- podrías hacer algo.- mascullé en dirección a la mastín negra.

Miré con los ojos como platos la reacción de Keeper. ¡¿Que hacía lamiendo a un desconocido?! Me puse más en guardia si cabe con aquel tipo que intentaba hacerse el agradable. Sujeté con fuerza las correas de mi mochila. Miré su mano tendida, pero no le dí la mia. No confiaba, la última vez había acabado esposado, y la anterior... intentaron atracarme:

-Austin, en el orfanato me pusieron St James de apellido.- No sabia cual era el apellido de mis padres. Keeper volvió a mi lado y se sentó junto a mis pies.- ¿Porque estoy aquí?.- ya esta, lo había preguntado. Llevaba horas sin entender que diablos pasaba

Me encogí de hombros cuando me dió el pésame. No conocí a mis padres, no me dolía, bueno, ya no:

-No los conocí, me abandonaron con dos semanas de vida.- más de una vez me preguntaba que clase de padres abandonan a un hijo recién nacido. O estaban muy desesperados o había algo en mi que andaba mal. Y ahora este tipo me decía que tenía poderes?.- ¿De que me hablas? ¿Ascendencia? ¿Poderes?.- solté una risa bastante amarga.- y tu quien eres, ¿Superman? ¿Dónde habeis escondido a Batman?.- había salido del reformatorio para acabar en un manicomio?

¿Que quería decir con poderes? Joder, nunca jamás me perdía, pero eso no es un poder, es un buen sistema de navegación.

Al menos tenía sentido del humor... y sabía algo de superheroes, cosa que no todos los adultos sabían. No entendía que quería decir con padre olimpico y titan. ¿A que coño se refería? Veía como rascaba la cabeza de Keeper y que esta no reaccionaba mal, que se dejaba hacer. Dichosa perra, que rara era la muy...

-Espera, espera...- ¡¿Que había dicho?! Mitologia griega?? Dioses reales?? Hijos??? Mis padres eran... QUE?? Pero ya el summun de la incoherencia fue verle "invocar" de la nada una bola de fuego negro. Me asusté. Y como cada vez que me asustaba ocurrieron cosas raras. Una fuerte ráfaga de viento barrió el Hall donde estabamos, moviendolo todo, salvo a mi. Pero lo peor fue ver como la bola de fuego se convertía en un... tiesto con petunias. ¡¡Un maldito tiesto con petunias!! Me asusté más. Quería huir de allí, correr, escapar, esconderme... Hiperventilaba buscando la salida, aquel tipo me la bloqueba.- Necesito marcharme de aquí!-¿lo dije en voz alta?

-¡A salvo! ¡A salvo! Pero si teneis la peor corriente que he visto en mi vida! Y fuego negro!!.- Definitivamente... iba a darme un sincope. Me agaché. Abrazando el cuello de la perraza. Siempre me sentía mejor si lo hacía. Ella se movió hacia mí. Levanté la vista cuando escuché la tercera razón. Mi madre. Decía que podía conocer a mi madre. Me puse de pie, pálido del susto.

-Será mejor que no sea una broma.- mi madre. Conocía a mi madre.- Necesito aire, no estoy agusto dentro de los edificios.- no sabía a que se debía pero siempre estaba más agusto al aire libre. Caminé en silencio a su lado. Sin querer escapar. La curiosidad, la necesidad de saber quien era mi madre, o mi padre, era más fuerte:

-Quien era mi madre.- ya no podía aguantarlo más

Era más que importante. Llevaba 17 años sin saber quien era. Sin saber de donde venía. Durante 17 años lo único que me había definido era que mis padres me habían abandonado. Escuché en silencio lo que me contaba. Hecate. Ni idea de quien era Hecate. Ni Hades. Necesitaba urgentemente un libro sobre mitologia. ¡¿Pero que estaba pensando?! Lo miré ceñudo:

- Ya, magia. Lo siguiente será sacar un conejo de una chistera.- soné más ácido que de costumbre, puro sarcasmo.- No hace falta que te inventes una milonga. Si mi madre podía hacer magia... ¿Porque me abandonó?

Otra pregunta se formaba en mi cabeza, que pugnaba por salir a gritos. "¿Quien es mi padre?" y la más importante. ¿Porque hablamos de mi madre en pasado? ¿Estaba muerta?

-Ella... ¿murió?